top of page
Search

“CRISTIANISMO CULTURAL”

  • daughterofcortes
  • Aug 22, 2024
  • 4 min read

Es bien sabido que la iglesia, a medida que evangelizó occidente, fue informando toda la vida social, política y cultural. Varios elementos paganos, como la filosofía griega y el derecho romano, fueron iluminados y perfeccionados con la luz de la revelación conformando una sociedad que, aún lejos de la perfección, se dejaba guiar por el evangelio conformando una síntesis de religión y vida. Sin embargo, después de que la cristiandad alcanzará su esplendor, las sociedades cristianas comenzaron a experimentar un paulatino proceso a la inversa que tomaría, a partir de la revolución francesa, un impulso que, en las últimas décadas, se ha intensificado al atacar, unas veces sutil y otras ferozmente, en nombre de la “laicidad”, las enseñanzas cristianas que aún quedan en la sociedad.

 

Así, en las últimas décadas se han ido mermando, hasta casi su eliminación, varias prácticas religiosas. Los viernes perdieron su carácter penitencial y la abstinencia se transformó en opulencia (Thank God It’s Friday). El domingo, día de descanso obligatorio (salvo ciertas excepciones) se desacralizó al grado que, hoy en día, las iglesias permanecen semivacías mientras que los centros comerciales se llenan de “parroquianos”. Aún las grandes celebraciones, a fin de eliminar su contenido religioso, han cambiado su nombre. De ahí que, en varias instituciones y comercios ya no se desea feliz navidad sino felices fiestas y el Belén ha sido suplantado por Papá Noel; la semana santa y la de pascua son llamadas, en varios lugares, vacaciones de primavera; la fiesta de todos los santos se ha visto opacada por el sórdido Halloween; mayo, mes de María, es el mes de las flores; junio, mes del Sagrado Corazón de Jesús, es profanado con las banderas de la perversa ideología del arcoíris y el primer día del año pocos recuerdan celebrar la Divina Maternidad de la Santísima Virgen. Las oraciones por los difuntos se han cambiado por el minuto de silencio y el rezo del ángelus, aun en algunos colegios católicos, se ha sustituido por el “mindfulness”. Eliminamos el ayuno durante las cuatro témporas pero practicamos el ayuno intermitente; rechazamos la abstinencia de los viernes pero promovemos la dieta vegetariana; no vamos a misa los domingos pero seguimos religiosamente los cánones que dicta el “club” al cual pertenecemos; no rezamos pero meditamos en nuestras miserias; no nos confesamos pero pagamos a psicólogos; no nos hincamos ante Dios pero estamos dispuestos a realizar los “sacrificios” que estipule la ideología en boga.

 

Estos, y otros “pequeños e insignificantes cambios” han contribuido enormemente a la descristianización de la sociedad afectando terriblemente su mismo núcleo, la familia, institución que fue transformada sustancialmente por el cristianismo el cual elevó el matrimonio a sacramento. Por ello, a medida que avanza el proceso de descristianización disminuyen los matrimonios y la natalidad al tiempo que aumenta el divorcio, la anticoncepción y el aborto. La destrucción de la familia nuclear es ya evidente en una sociedad donde las familias naturales intactas empiezan a ser minoría. Además, debido a que la naturaleza odia el vacío, el rechazo generalizado de la sociedad a los “dogmas impuestos” la ha llevado a rechazar hasta la ley natural y, en los últimos años, a abandonar hasta el sentido común. Pues, parafraseando a Chesterton la sociedad que rechaza la Verdad Revelada no es que no crea en nada sino que cree en cualquier cosa. De ahí que varios, en nuestra sociedad, hayan adoptado una falsa espiritualidad basada en un sentimentalismo buenista que, al tiempo que persigue la moral cristiana promueve todo tipo de ideologías y credos absurdos, perversos y peligrosos.

 

Ante la confusión reinante, algunos ateos han alzado la voz para defender el “cristianismo cultural por miedo a encontrar algo peor” como lo expresase el tan infame como célebre Richard Dawkins quien, en una entrevista transmitida por estación de radio británica LBC (London Broadcasting Company) el pasado 31 marzo admitió su temor ante la amenaza que representa el crecimiento y la promoción del islam en Europa. Paradójicamente, Dawkins, quien afirma abiertamente su “preferencia por el cristianismo, religión fundamentalmente decente” y cuyas canciones lo hacen “sentirse en casa”, no oculta su satisfacción por la disminución del número de cristianos, cosa que él mismo ha promovido, vehementemente, como se puede comprobar en su famoso libro: “El espejismo de Dios” (The God Delusion) en el que califica de delirante la creencia en un Dios Creador.

 

Ya que son varios los que, a pesar de la depravación tan evidente como alarmante, creen posible que la sociedad, al tiempo que rechaza varios principios cristianos, preserve algunos otros. Pues se pretende, beber del agua de la fuente erosionada y seguir gozando de los frutos del árbol cuyas raíces se han cortado. Este postulado ingenuo, que también se podría calificar de delirante, parece ignorar que el abandono de la práctica religiosa lleva, más temprano que tarde, a la pérdida de las excelentes virtudes cristianas y poco a poco a la disolución de los principios cristianos más respetados. El cristianismo cultural no puede sostenerse por mucho tiempo sin una verdadera convicción.

 

El Cardenal Sarah ha señalado que la crisis de la Iglesia (y por ende del mundo actual) es una crisis de santos. Es cierto, pues nuestra tibieza ha contribuido la descristianización del mundo, ahora sumido en la oscuridad del error, del vicio y de la maldad. Por ello, si queremos recristianizar a la sociedad tenemos que seguir el ejemplo de virtuosidad heroica de los mártires y santos que nos precedieron. Pues, parafraseando una frase que circuló, hace unos meses, en las redes sociales; a nuestros países, sociedades y familias no la salvarán un puñado de políticos sino un puñado de santos.

 


 
 
 

Comments


Post: Blog2_Post
  • Facebook
  • YouTube

©2021 by Hija de Cortés.

bottom of page