“EL PODER DE LA PLUMA”
- daughterofcortes
- Dec 1, 2024
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Se dice que la pluma es más peligrosa que la espada. Es verdad, las ideas tienen el poder de dirigir la opinión, transformar mentes y con ello a la sociedad. De ahí, la costumbre que por siglos mantuviese la iglesia de censurar, condenar y/o retirar las lecturas perniciosas que amenazaban gravemente la pureza de la fe y la moral. Sin embargo, desde hace varias décadas, la soberbia de una sociedad, que cree estar sobre el bien y el mal, nos ha llevado a olvidar que los libros moralmente buenos enriquecen y los libros moralmente malos corrompen. Desafortunadamente, libros plagados de obscenidades invaden los estantes de las bibliotecas, de las librerías, de las instituciones educativas y hasta los de las “casas decentes” lo que ha traído como consecuencia el desdén por la ley divina y la corrupción de nuestras costumbres. Como nos recuerda San Alfonso María de Ligorio “Un libro malo es suficiente para destruir todo un convento de monjas santas”.
No es casual que la popularidad de la que gozase, entre los intelectuales del momento, “El origen de las especies”, de Darwin (1859) proporcionase a Marx y a Engels una justificación "científica" para el desarrollo de su cosmovisión ateísta del mundo. Asimismo, la revolucionaria idea de un universo que evoluciona, espontánea y violentamente, en medio del caos, la destrucción del más débil y la imposición del más fuerte, dio forma a la ideología comunista la cual transformó, la lucha por la existencia con la consecuente “supervivencia del más apto”, en la lucha de clases que, poco más tarde, Lenin y Stalin llevaran a la práctica asesinando a millones de compatriotas debido a que “obstaculizaban” el camino del progreso evolutivo.
Por su parte, la revolución sexual se alimentó de las ideas de “importantes intelectuales” como Simone de Beauvoir, Sartre, Foucault y un largo etcétera. Y en los Estados Unidos, Kinsey, con sus escritos, promovió la corrupción de las costumbres y la pérdida de innumerables almas a través de la documentación de sus muy dudosas y nada científicas “investigaciones” a través de las cuales promovió la inmoralidad sexual y la normalización de prácticas sexuales perversas como el sadomasoquismo y la pedofilia. Uno de sus seguidores, el infame Hugh Hefner quien, antes de entrar a la universidad, fuera un cristiano con ideas sumamente conservadoras, tras la lectura de los trabajos de Kinsey, se transformó a tal grado que se convirtió en un apasionado promotor de sus perversas ideas a través de su perniciosa revista Play Boy.
Si bien muchas almas se corrompen y descarrían con la lectura de libros y revistas indecentes; también, afortunadamente, la buena lectura es una excelente herramienta de la cual, Dios se sirve para atraer hacia El a las almas alejadas. Así, la lectura espiritual ha convertido a muchos pecadores al grado que varios de ellos han abandonaron el mundo y sus placeres para entregarse completamente a Dios llegando a la santidad.
Uno de ellos es San Agustín, hombre cuyas fuertes pasiones lo mantuvieron varios años alejado de Dios. Un día, teniendo la Biblia frente a él, escuchó una voz que le decía “tolle et lege” (toma y lee). Tomó la Biblia, empezó a leer las epístolas de San Pablo y, con ello, la luz de Dios fue iluminando las tinieblas de su alma al grado de clamar: “¡Dios mío, cuando meditaba en los ejemplos de tus siervos, mi tibieza se consumía y me inflamaba con tu santo amor!”
Otro excelente ejemplo de lo que la lectura espiritual es capaz de hacer en el alma que se abre a la gracia de Dios es San Ignacio de Loyola, valiente soldado atrapado por los placeres, los honores y las vanidades del mundo. Durante su intrépida defensa de la ciudad de Pamplona contra las tropas de Francisco I, rey de Francia, Ignacio fue herido, gravemente en una pierna, por un cañón. Durante su larga convalecencia buscó entretenimiento en los libros de caballería mas, en su lugar, le entregaron libros sobre vidas de santos y mártires. Dichas lecturas abrieron su alma a la gracia divina pues al leer se preguntaba: “Santo Domingo hizo esto; por lo tanto debo hacerlo. San Francisco hizo esto; por lo tanto, debo hacerlo.” Y así lo hizo, tanto que, consagró su vida entera a Cristo y fundó la Compañía de Jesús.
Otros ejemplos de personas que deben su conversión a la lectura espiritual son: San Juan Colón, noble, rico y ambicioso, se transformó al leer la vida de Santa María de Egipto; el duque de Joyeuse, mariscal de Francia, se convirtió al leer la vida de San Francisco de Borgia; San Juan Colombino dejó el mundo, fundó una orden religiosa y se convirtió en santo al leer un libro piadoso; Edith Stein inició su conversión gracias a un libro sobre Santa Teresa de Ávila y posteriormente ingresó al monasterio carmelita como Teresa Benedicta de la Cruz.
Como vemos, las malas lecturas no solo llenan la mente de frivolidades sino que son capaces de destruir la pureza del corazón. En cambio, las buenas lecturas, especialmente las vidas de los santos y los mártires nos proporcionan, un sanísimo y disfrutable entretenimiento, y son capaces de mover a la devoción y a la piedad nuestros tibios corazones mediante el siempre atractivo ejemplo de la virtud heroica.
Por ello, sigamos el consejo del Padre Pío y, durante este período turbulento acudamos a los libros piadosos cuya lectura proporciona un excelente alimento para el alma y conduce a un gran progreso en el camino de la perfección. Pues, si en la oración y la meditación somos nosotros mismos los que hablamos al Señor, en la santa lectura es Dios quien nos habla.
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